lunes, 13 de junio de 2011

Diana Cullell: “La poesía de la experiencia española de finales del siglo XX al XXI”


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"La poesía de la experiencia española
de finales del siglo XX al XXI”
Diana Cullell
Editorial Devenir Ensayo
Madrid, 2011 (283 pags)





Julia Sáez-Angulo


La poesía de la experiencia ha sido objeto de diversas polémicas entre los estudiosos y críticos. La hispanista Diana Cullell aborda el tema en un ensayo titulado “La poesía de la experiencia española de finales del siglo XX al XXI”, publicado por la editorial Devenir. Los poetas analizados son: Luís Cernuda, Jaime Gil de Biedma; María Antonia Ortega, Esther Zarraluki, Luís García Montero y Almudena Guzmán.

La contienda en los años 8o sobre la poesía de la experiencia versus otros movimientos poéticos de la tradición literaria española en los últimos cincuenta años fue algo notorio y muy presente entre los vates. Hoy ha pasado quizás la virulencia, pero sigue el fondo de la cuestión.

La autora, Diana Cullell, doctora en Literatura Española por la Universidad de Manchester y actualmente trabaja en la de Liverpool dice en la introducción: “La poesía de la experiencia española de finales del siglo XX al XXI” se formula a modo de indagación en la historia literaria española más reciente. Lejos de desear alentar las polémicas existentes alrededor de la poesía de la experiencia en el presente –añadiendo mayor oscuridad a estudios críticos, artículos y demás publicaciones-, mi obra se concibe como un estudio y una re-evaluación de una línea poética primordial que recoge la literatura peninsular española del último medio siglo”.

Luís Antonio de Villena es otro teórico de la poesía de la experiencia y dice –según recoge el libro: Un texto lírico escrito racionalmente: realista y figurativo (...) y con una base narrativa o anecdótica. Ese poema estará escrito en un lenguaje natural –no sofisticado- y en tono de conversación (...) La métrica tradicional (alejandrino, endecasílabo, soneto) se prefiere al poema nuevo –al poema que inventa su propio sonido y estructura- pero se suele preferir el verso blanco al rimado, aunque suelen abundar las asonancias (...) Habla de la vida cotidiana y de situaciones habituales y urbanas de un individuo cualquiera. Pues poeta –mujer u hombre- se sitúa como ciudadano normal (García Montero) que habla en un tono aparentemente fácil de los temas de todos: amor, amistad, melancolía, sueños... Ocurre quizás una propensión algo bohemia, a noches en barra de bares, copeteo, llegadas turbias a casa, desfondados y de amanecida”.

Versos de Luis Cernuda y Esther Zarraluki


“No nace en mí/ la cobardía/ hay lejanas voces que no se muestran, años de adiestramiento, continuas lecciones de miedo/ que ha hecho de nosotros/ un cazador que no soporta/ la vista de la sangre,/ un explorador sin viajes/ o poetas”, dice un poema de Esther Zarraluki.

El abusivo empleo de la cotidianeidad y la experiencia más inmediata del poeta como persona normal en el que tanto insisten autores y críticos –dice el libro- parece traicionar de lleno el marco teórico que establece Gil de Biedma para la tendencia en el cual se exhorta a que “el material teórico no pase directamente de la vida al papel (algo que, por otra parte, es imposible) y que los sentimientos, vivencias, lecturas, etc., se vayan sedimentando, para que de tal modo el lector encuentre en el interior del poema “lo evocado de esas experiencias”.

“La angustia se abre paso entre los huesos/ remonta por las venas/ hasta abrirse en la piel,/ sudores de sueño/ hechos carne en interrogación vuelta a las nubes”, dice un poema de Luís Cernuda.

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